domingo, 9 de marzo de 2014

¿Que se necesita para cambiar?

Todos tenemos áreas de nuestra vida que nos gustaría cambiar, esos hábitos de los que no nos sentimos nada orgullosos.
Quizá en muchas ocasiones has orado y llorado pidiendo a Dios que te ayude a cambiar en esto o aquello, pero cuando menos te percatas estas cayendo nuevamente en el mismo error.
Seguramente todos hemos tenido esos encuentros especiales con Dios, cuando las lágrimas corren por nuestras mejillas mientras con un sentimiento puro le pedimos al Señor que nos ayude, que no queremos seguir siendo los mismos, que necesitamos de Él y que ya no podemos más.
Llorar como niño delante de Dios pidiendo que nos ayude a cambiar es solo el inicio de un proceso que debemos de seguir para realmente cambiar. Muchos de nosotros queremos dejarle todo el trabajo a Dios y no ponemos de nuestra parte. Si bien es cierto que el único que puede transformar nuestra vida es Dios, también necesita que nosotros dispongamos nuestro corazón y vida para que actúe de una forma más efectiva.
No puedo orar y pedirle a Dios que me ayude a cambiar, mientras no pongo absolutamente nada de mi parte. Dios es caballero y respeta mucho nuestras decisiones, Él jamás nos va a forzar para cambiarnos, Él no nos va a doblar la mano y a obligarnos para que de una vez por todas cambiemos, ¡No!, todo cambio que Dios quiere realizar tiene que tener como terreno un corazón dispuesto a ese cambio y una vida obediente a sus instrucciones.
Pero la pregunta es: ¿Qué se necesita para realmente cambiar?
·         Reconocer que tengo un problema. Hay mucha gente que no puede cambiar porque no reconoce que tiene un problema, el orgullo es una de los mayores obstáculos que nos querrán evitar el cambio. La Biblia dice: “El orgulloso y arrogante al fin de cuentas fracasa.” Proverbios 16:18. Pero en contraste con la humildad dice: “El orgulloso termina en la vergüenza, y el humilde llega a ser sabio.” Proverbios 11:2.
Reconocer que tengo un problema es el inicio de un posible cambio.

·         Someterme a Dios. Cuando reconocemos que tenemos un problema y nos sometemos a Dios entonces vamos camino a una recuperación y restauración. Someterme a Dios tiene que ver con restaurar mi comunión personal con Él. La Biblia dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7.
Tenemos que comenzar a restaurar aquella relación perdida, comienza a orar, no necesariamente tienen que ser largos periodos, si te cuesta orar, comienza con unos minutos cada día por una semana, y conforme vayas acostumbrándote aumenta tu tiempo de oración y tus resultados será aun mejores. Lee la Biblia todos los días, medita sobre algún versículo en especial, escucha y entona una alabanza con las cuales te sientas muy bien delante de Dios, congrégate frecuentemente y todo eso te servirá para mantener tu mente ocupada en el Señor.

·         Velad constantemente. Nunca te creas que ya alcanzaste el nivel necesario para ya no fallar o no pecar, nuestro Señor Jesús nos enseño que teníamos que estar velando siempre para no caer en tentación: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Marcos14:38. Este mismo versículo en otra traducción dice así: “No se duerman; oren para que puedan resistir la prueba que se acerca. Ustedes quieren hacer lo bueno, pero no pueden hacerlo con sus propias fuerzas.»” Marcos 14:38 Una vida espiritual que este prevenida y manteniéndose en comunión personal con Dios, es una vida que a la hora de la prueba saldrá con victoria.

·         Si fallas, no te rindas, inténtalo nuevamente. Quizá tu lleves a cabo los tres pasos anteriores: Reconociste que tenias un problema, te sometiste a Dios y estuviste velando constantemente, pero a pesar de ello en un momento de descuido fallaste nuevamente y te sientes muy mal, es allí donde el enemigo aprovechara para lanzar sus dardos de fuego sobre tu mente para hacerte creer que eres un fracasado y que nunca podrás cambiar. Es entonces en esos momento en donde debes llevar a la práctica este cuarto paso: SI FALLAS, NO TE RINDAS, INTENTALO NUEVAMENTE. La vida cristiana es un ejercicio diario, si fallas, no puedes rendirte, porque es casi seguro que fallaremos, pero lo más importante a la hora de fallar no es ese hecho, sino tener la disposición de levantarte y volver a intentarlo con el conocimiento de que ya sabes cómo fallaste y cómo poderlo evitar la próxima vez. La Biblia dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16 a.

¿Realmente quieres cambiar?... entonces te aconsejo que sigas estos cuatro pasos, si te das cuenta es un circulo que puede llevarte a la victoria, estos cuatro consejos pueden ser la llave que necesitas para vencer aquellas cosas que hasta hoy te han causado mucho dolor.
¡Adelante! ¡Dios está transformando tu vida!













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