¿Te has preguntado por qué Dios espera venir a darnos ánimo justo cuando estamos viviendo el peor momento de nuestras vidas? o has pensado ¿Por qué no viene antes o por qué no viene después? ¿Recuerda cuando murió Lázaro? Aunque él sabía de la gravedad de su amado amigo, y de la muerte que venía en camino, retrasó el viaje dos días más porque su plan no era sanar al enfermo, sino resucitar al que moriría. La razón por la que Dios llega cuando más lo necesitamos, y no tanto cuando nosotros queremos, es porque tiene mejores cosas para darnos. En el caso de Pablo, cuando todo pareció estar en el punto más crítico, Dios vino a él. Vino justo cuando sus pensamientos podrían estar buscando alguna respuesta y cuando experimentaría el dolor del golpe recibido. La aparición del Señor en aquella oscura cárcel fue la más importante respuesta para aquellos que pensaban que Pablo era un desamparado. Nunca dudes de la capacidad de Dios para venir a tu vida de acuerdo a cómo El lo ha programado. No podemos evitar sentirnos angustiados, desilusionados y desanimados, pero Dios es capaz de proporcionar su luz justo cuando más lo necesitamos. Confía en Dios que él enviará su dirección cuando te sientas más confundido.
Dios se hace presente para animarnos en los momentos de mayor crisis en la vida. “A la noche siguiente se le presentó el Señor…” Observa este detalle: El Señor no vino cuando Pablo pasó la primera noche en la cárcel sino la segunda noche, cuando ya tuvo tiempo de reflexionar, orar y descansar en El. No sabemos qué pensó Pablo en esa primera noche, pero conociendo su carácter no creemos que estuviera allí quejándose. No se preguntó si era la voluntad de Dios haber ido a Jerusalén o si les hubiera hecho caso a sus amigos que le rogaron que no fuera. Lo que si creemos es que él estaba convencido que aunque estaba preso en esas cárceles, Jesús acudiría en cualquier momento para apoyarlo. Y así sucedió. Cuando pasas por alguna crisis seguramente te gustaría contar en ese momento con alguien muy especial, pero la verdad es que no siempre se da eso, o en un momento de crisis esperas contar con el apoyo y la compañía de un amigo, pero nada es más confortable que al lugar donde padecemos acuda el mismo Jesús para fortalecernos y animarnos. Nada supera su presencia.
“Ten ánimo…”. Si el Señor le dijo que tuviera ánimo es muy probable que en esa segunda noche Pablo estuviera desanimado. Pero, ¿qué lo pudo haber desanimado? No fue por estar encerrado, pues ya había pasado por eso con un ánimo que contagió a los demás presos (Hch. 16:11-40). Tampoco estaba desanimado porque podían venir a cortarle la cabeza antes de tiempo, pues ya había declarado hasta donde estaba dispuesto (Hch. 20:24). Es probable que un eventual desánimo pudiera haber venido por la dureza de corazón de su propia gente, quienes obstinadamente rechazaban el mensaje de la Cruz. “Ten ánimo, así como lo has hecho bien en Jerusalén, también lo harás en Roma”.
Las palabras “ten ánimo” son las que necesitamos porque con frecuencia somos presa del terrible mal, del desánimo. En algunos este mal es más frecuente que en otros. Ten ánimo cuando el médico dé un mal diagnóstico, cuando las cosas no vayan como te lo esperabas, cuando repruebes en tus pruebas, cuando tengas una desilusión sentimental,… ten ánimo porque las mismas consolaciones divinas que sostuvieron a Pablo, lo harán contigo. No te desanimes porque quien te respalda a ti es el mismo Dios que hizo los cielos. Justo cuando más necesitó del Señor, Pablo contó con él, Vers. 11. Lo primero que el Señor hizo fue venir personalmente. No envió a uno de sus mejores ángeles, sino que vino en persona. Él no vino para cuestionarlo por no haber hecho caso a las advertencias de ir a Jerusalén, sino para animarlo a seguir adelante. Estas fueron sus palabras: “…como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”.
Cuando nos comprometemos con Dios, El se compromete con nosotros: “Nunca te desampararé, ni te dejaré”. La promesa es que el Dios que nos da la victoria hoy, nos las dará también en el futuro.
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